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martes, 27 de septiembre de 2011

MISJUEVES Y SÁBADOS: LUGARES MÁGICOS DE LA SIERRA DE ESPADÁN

O que sabemos dos lugares é coincidirmos com eles durante um certo tempo no espaço que são. O lugar estava ali, a pessoa apareceu, depois a pessoa partiu, o lugar continuou, o lugar tinha feito a pessoa, a pessoa havia transformado o lugar”
(José Saramago, O Caderno)

     Esta semana -sin proponérmelo, pues las rutas no las decido yo- vuelvo a estar en lugares emblemáticos de la Sierra de Espadán, mi Sierra Madre Adoptiva.

MISJUEVES, para resarcirse de la dureza de la semana anterior (aligas, tarde bochornosa, ruta que se alarga hasta el anochecer...), se cita en las proximidades del Embalse de Benitadús. Benitandús es un poblado que conocí como aldea abandonada en una de mis primeras rutas en bicicleta de carretera. Llegamos desde Sot de Ferrer, en la otra parte de la sierra, por el Puerto de Eslida, el Collado de Aín o el Puerto de la Nevera. Combinándolos al gusto según la duración o la dureza que se pretenda, salen tres circulares perfectas y preciosas; para acercarse a Benitandús desde cualquiera de ellas, hay que coger de ida y vuelta la carretera que va desde Alcudia de Veo hacia Tales-Onda.
     Pero hoy hemos venido a correr. Dudo entre salir con el grupo de corredores (debo entrenar progresivamente, debo vencer el miedo) o el de andarinas (mi amiga Ester, que todavía está dando pecho a su hijo de seis meses; mi amiga Marian, con una tripa de siete que ya parece de nueve; mi amiga Gema, cuya generosidad no conoce límites, siempre dispuesta a sacrificarse por esperarnos) Finalmente, empiezo corriendo, confiando en que entre estiramientos, molestias y falta de forma, me alcanzarán los caminantes e incluso me dejarán atrás. Sin embargo, a trancas y barrancas, suspiros y rebufos, algún minutillo de espera, consigo llegar a Alcudia de Veo con la manada. Quería esperar allí a mis amigas o regresar directamente por carretera, pero El Pastor me convence de continuar con ellos por el GR 36, en dirección a Veo, cruzar el barranco y acortar yendo a Benitandús tomando a la pista a la izquierda. Será lo opción que elegiremos cuatro del grupo.
     Al entrar en el caserío me sorprende la calidad de las casas rehabilitadas -no creo recordar que hubiera tantas-, calidad de comodidades y calidad de Vida. Una pareja de edad lee tranquilamente bajo el emparrado del porche; el perro entra y sale a sus anchas del recinto, pues no hay vallas ni necesidad de ellas. Mientras nos lavamos en la fuente, descubro un cartel semioculto por la vegetación de ribera: “Se venden adosados en Benitandús”. No me gustan los adosados, suerte que en este remanso no caben muchos; me pregunto hacia qué lado se decantará el precario equilibrio entre la demanda de una Vida más natural y la conservación del entorno.

Opción corta (11km, 487m, 1h45):

Opción larga (14 km, aproximadamente media hora más) Trak de Santi Alvarruiz:

Posibles ampliaciones: la primera parte del recorrido se puede ampliar visitando Sueras, el Mas de la Campana o ambos; bajar a Alcudia de Veo y retomar el trak. Desde esta población podemos ampliar llegando por el GR hasta Aín.

     El resto del grupo asciende por senda (no la del GR, sino otra que sale un poco más adelante a la derecha) la ladera en la otra orilla del barranco y baja a Benitandús por el lado del embalse. Fue en este alto donde oí por primera vez el nombre del lugar: “Ahí abajo hay un pantano -comentó mi pareja una mañana que entrenábamos por el GR en dirección a Aín-. Iremos a verlo algún día”. Benitandús, Benitandús... Puedo pasar semanas, meses, ilusionada con el nombre de un lugar que me gustaría conocer, incluso guardarlos durante años, esbozando una ruta nueva; quienes me conocen saben que pueden encandilarme con ello.
     Terminamos pronto. Todavía se me escapa de vez en cuando un amago de desencanto por haber entrenado poco; pero cada vez es mayor la satisfacción de sentir que estoy haciendo las cosas bien, o al menos intentándolo cuanto puedo. Me dispongo a disfrutar de lo que queda del día de la misma manera que si acabara de ganar una carrera durísima.
     Los pueblecitos blancos de Espadán son perlas maravillosamente conservadas en una zona bastante accesible desde la costa, desde las dos capitales del Norte levantino. Cada uno de ellos con su bar (o bares, que estamos en España), modestos paraísos de ciclistas y montañeros. Hoy vamos al de Alcudia de Veo (¡no perderse el Espadán, carajillo quemado con miel de la sierra!) Antes pasamos por Veo. Una amiga comenta: “Yo no sé con cuál quedarme: Veo, Alcudia de Veo, Eslida...” En Benitandús no todo el mundo estaría dispuesto a vivir; no hay tienda ni bar (de momento),y son apenas tres o cuatro vecinos probablemente de temporada. En Veo tampoco hay servicios, aunque siempre ha permanecido habitado, tiene unas vistas preciosas sobre el valle. Alcudia de Veo es algo más grande y ya puede uno aprovisionarse... Juego yo también a elegir, como mi compañera, a quedarnos un poco allí esta noche, aunque el conductor enfila ya hacia la capital.
     Quizá ése, el de habitar un pequeño pueblo al pie de la Montaña, combinando deporte y viajes con una cotidianeidad apacible y sencilla, fue un sueño que compartí durante un tiempo con otra persona, que quedó atrás con una época de mi Vida, con unas circunstancias... Quizá ése sea uno de los pocos sueños que no se me cumplan: iba en un tren del que me apeé. O tal vez esa ilusión viene conmigo desde mucho antes y sobrevivirá a las circunstancias; si es así, lucharé por ella como hice por todas, entonces lo más seguro es que se haga realidad. No era un mal proyecto y para las personas afines no soy mala compañía. No sé... ¡He vivido historias que nada tuvieron que ver conmigo! Ahora toca dejar hablar al corazón en noches como ésta.

Fotos: enlace de Misjueves cuando las suba El Pastor.

EL SÁBADO LA PEÑA hace una ruta por la otra vertiente de la Sierra de Espadán. Me hace más ilusión si cabe porque visitaremos el Mas de Matuta, una masía en medio de la sierra, sin agua corriente y sin luz, que durante unos años perteneció a la familia de un amigo. Allí pasé parte de mis primeras Navidades como docente, jugando al fútbol, al escondite y a todo lo que se nos ocurrió. El último día del año anduvimos hasta el pico de La Rápita. Dos semanas después conocí el Grupo de Senderismo El Botánico -¡a veces doblar la esquina menos pensada nos marca la Vida!-.





     Al cabo de ocho años volví a buscar la masía en bicicleta, un jueves que tenía las rodillas magulladas por una caída y no podía correr. No la encontré. Le había contado la anécdota a mi pareja, que ese día corría por allí con el grupo. Localizamos el topónimo en un mapa de museo que había colgado en la habitación del chalet y volvimos a explorar con éxito desde Sot de Ferrer, en una ruta que titulé “Riberas del Palancia”; la repetí con dos de las amigas que compartieron aquellas primeras vacaciones tan largas, las mismas que me acompañaban el jueves.


     El Mas de Matuta estaba en obras la última vez que lo vimos; estuvimos un buen rato cotilleando, dando rienda suelta a la emoción. Parecía que lo estaban transformando en varios mini-apartamentos; había también caballos en los bancales de alrededor y una pajarera.

     Hoy salimos desde Geldo (entre Sot y Segorbe) Ha estado tronando toda la noche y al amanecer todavía diluvia. No obstante, no dudo a la hora de levantarme. ¡Cuánto he añorado la fuerza de la ilusión! Hace unos meses necesitaba que me tirasen de las trenzas para casi todo, y el pobre Perdido no llegaba a tanto. Afortunadamente, siempre se acaba oyendo alguna voz, viendo una lucecita, aunque sea muy lejos, una mano tendida que uno consigue coger y se levanta, se echa a andar de nuevo, muy despacito.
     Sería larguísimo -¡cuántos tesoros!- contar las veces, las sensaciones, las anécdotas, las compañías, que quedaron ligadas a cada uno de los lugares maravillosos que recorreremos hoy: Seis maratones de Espadán, excursiones en grupo, salidas en pareja desde Sot, etapas en solitario... Geldo, Castellnovo, La Vall de Almonacid, Navajas, Segorbe; los campos de caquis, de olivos, de almendros, alcornoques...; el Mas de Matuta, el castillo de La Vall, el Embalse del Regajo, el Salto de la Novia; la silueta del Pico de Espadán, la Rápita, la Sierra Madre Calderona de frente al regreso...
     Todavía descubro nuevos caminos; me aguardan nuevas sonrisas, conversaciones, compañías. Hoy viene invitado Raúl; tampoco ha dudado en levantarse. A la hora del almuerzo el día es ya radiante; todos nos sentimos satisfechos de no habernos dejado amedrentar por el aguacero; ¡qué mejor celebración que ver aparecer el cafenet de Isaac en el patio del Castillo de la Vall!
     Habrá misterios que nunca lograré desentrañar, goces sublimes que me estarán vedados, fortunas incalculables que nunca poseeré. ¡Pero no, la Vida, mi Vida, no puede ser lo mismo sin esto!
Fotos y trak BTT Moncada

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