CUARTA ETAPA: Cabra de Mora-San Blas (Por Mora de Rubielos-Puebla de Valverde-Camarena de la Sierra-Vanacloche-Villaspesa) 84,5 km, 1150m, 4h58'.
¡No, no, no, a casa no! No sé cuándo he empezado a murmurar esta letanía, quizá anoche entre los efluvios de la Voll-Damm. Se lo voy repitiendo a mis compañeros entre risas; mañana todos escribiremos que nos echamos de menos, que añoramos esta Vida: levantarse, pedalear, cansarse, comer, descansar, charlar, reír... ¿Acaso no es esto el cielo si existe?
Conozco todos los pueblos por donde pasaremos hoy. Como otras cosas recuperadas a lo largo de este viaje, rescato la complacencia que me produce ir relatando para mis adentros cada lugar asociado a los momentos de mi Vida en que lo recorrí.
Mora de Rubielos, donde desembarqué hace 17 años del autobús, cargada por primera vez con una mochila (¡de 80 litros!), junto a mi hermano y sus amigos (hoy los míos) El convento deshabitado donde nos dejaron dormir es uno de estos edificios.
¡No, no, no, a casa no! No sé cuándo he empezado a murmurar esta letanía, quizá anoche entre los efluvios de la Voll-Damm. Se lo voy repitiendo a mis compañeros entre risas; mañana todos escribiremos que nos echamos de menos, que añoramos esta Vida: levantarse, pedalear, cansarse, comer, descansar, charlar, reír... ¿Acaso no es esto el cielo si existe?
Conozco todos los pueblos por donde pasaremos hoy. Como otras cosas recuperadas a lo largo de este viaje, rescato la complacencia que me produce ir relatando para mis adentros cada lugar asociado a los momentos de mi Vida en que lo recorrí.
Mora de Rubielos, donde desembarqué hace 17 años del autobús, cargada por primera vez con una mochila (¡de 80 litros!), junto a mi hermano y sus amigos (hoy los míos) El convento deshabitado donde nos dejaron dormir es uno de estos edificios.
¡Y menudas panaderías se gasta Mora! Tras avituallar en una de ellas, seguimos ruta hasta Puebla de Valverde. La mañana discurre por una carretera ancha sin excesiva pendiente, es decir, de esas que me hacen tomármelo con calma mientras me entretengo picoteando de la bolsa del manillar. Al llegar a Puebla de Valverde mis compañeros se han instalado en la terraza del bar, pero yo ya vengo sin hambre.
Aquí se plantea la disyuntiva: acortar por la Vía Verde hasta Teruel o subir el puerto de Camarena siguiendo el itinerario previsto. Dudo, es la hora de la pereza, además los 6 que quieren ir por la opción larga están muy fuertes. Me decanto por lo uno, luego por lo otro... Finalmente... ¡subiré el Puerto de Camarena! ¡Esto es algo que también echaba tanto de menos: poder elegir, escoger la ruta más larga, ir con quien quiero, descubrir qué había detrás de la última loma... confiar en mis fuerzas!
Aquí se plantea la disyuntiva: acortar por la Vía Verde hasta Teruel o subir el puerto de Camarena siguiendo el itinerario previsto. Dudo, es la hora de la pereza, además los 6 que quieren ir por la opción larga están muy fuertes. Me decanto por lo uno, luego por lo otro... Finalmente... ¡subiré el Puerto de Camarena! ¡Esto es algo que también echaba tanto de menos: poder elegir, escoger la ruta más larga, ir con quien quiero, descubrir qué había detrás de la última loma... confiar en mis fuerzas!
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| El grupo se separa junto a La Fondica, alojamiento de la Matahombres (otra excepción) |
El puerto me resulta más llevadero de lo que pensaba (¡es que aunque no tenga la forma de antes, éste es mi terreno, el que más me motiva!) ¡No corono la última! El descenso hacia Vanacloche discurre por un paraje fluvial tranquilo y hermoso, que se abre a un Teruel que deja atrás la frondosa vegetación de los días anteriores. Me acicatea la avidez de conocer nuevos caminos y tomo nota mentalmente; Jose me describe las rocas con ojos de escalador. ¡Acoge tantas miradas el mundo! ¡Hablan tan claro las Montañas!
Circunvalamos Teruel a un ritmo de vértigo, capitaneados por Olatx, Luz y Vicent (que es el único que completará las cinco etapas, siempre en cabeza con su bici rígida de hace más de 20 años, ha dejado bien alto el pabellón de Misjueves) A punto está de hacerse literal para mí (el vértigo); éste es el tramo que si fuera sola se me haría eterno -me digo- y puede que tuviera que pararme a re-desayunar. El tiempo ha cambiado y el calor achicharra. Escoltada por los hermanos, consigo que el ánimo no decaiga. Sergio tira de nosotros, vigilando que no nos descolguemos del grupo; Jose, como si me leyera el pensamiento, se excusa con que él lleva chaleco reflectante para quedarse cerrando y no dejarme atrás.
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| Los del puerto: Olatx, Paco, Vicent, Luz, Sergio, Jose, Yo (sin plásticos) |
¡San Blas bendito, por fin se nos aparece! ... En forma de tanque de cerveza, de tortilla de patatas, de las últimas viandas que llevamos en las alforjas, de pantaloncito corto y camiseta... ¡No, no, no, a casa no!
Y a punto estamos de quedarnos, porque al ir a quitar el antirrobo (que no tengo costumbre de poner y cuya llave nunca suele salir del coche) me doy cuenta de que esta vez me la he dejado en Tornos, en el coche de Olatx, tal como soñé la primera noche. Con el tute que llevamos, el detalle sería para ponerse histérico; sin embargo, me echo a reír hasta que me saltan las lágrimas, me vuelvo hacia ellos, convencida, como cada noche al mirarles antes de bajarme el antifaz, de que lo arreglaremos:
- A ver, con tanto ingeniero, alguien sabrá robar un coche. -Es para matarme o al menos vituperarme; por el contrario, mis compañeros también ríen. Jose se agacha sobre los pedales y manipula el antirrobo, que sale en unos segundos. Lo plegamos y lo pegamos al volante.
A lo largo de este viaje he recuperado muchas sensaciones olvidadas bajo el polvo de la enfermedad y la decepción. Entre ellas la seguridad que infunde saber que, te pase lo que te pase, aunque aparentemente no tenga importancia, alguien te mirará y sabrá justamente lo que necesitas; y lo mismo harás tú cuando esté angustiado. Ésa es la sensibilidad que me conmueve (la misma que llevo 30 años leyendo en los ojos de Kike y de Alex), y sin ésa las otras me parecen florituras desdeñables.
Dicen los manuales que se puede ser adicto a la complicidad, al compañerismo. Fui terriblemente vulnerable a ese apego. ¡Pero hace tanto que renuncié, compañero del alma, compañero, sin contrariar mínimamente al Destino! (¡qué impropio de mí!) Pensé que tendría que acostumbrarme a otras cosas, que podría. Nunca imaginé que viviría historias tan extrañas. Quizá si me hubiese quedado en "La Reserva"...
Dicen los manuales que se puede ser adicto a la complicidad, al compañerismo. Fui terriblemente vulnerable a ese apego. ¡Pero hace tanto que renuncié, compañero del alma, compañero, sin contrariar mínimamente al Destino! (¡qué impropio de mí!) Pensé que tendría que acostumbrarme a otras cosas, que podría. Nunca imaginé que viviría historias tan extrañas. Quizá si me hubiese quedado en "La Reserva"...
- Si ves a la policía, cúbrelo con la mano.- Añade Jose a su lección de mecánica. Nada más salir de San Blas, al cruzarnos con la guardia civil de frente, dejo caer el brazo tan elegantemente como puedo sobre el hierro rojo.
- ¡No me hagáis reír más, que no puedo conducir! -Olatx, Jose y yo vamos a Tornos a recoger los otros dos coches; Paco y Sergio se quedan cuidando las bicis. Al regreso, volvemos a sentarnos los cinco en la terraza del bar; vuelvo a llorar de risa. Parece que a ninguno nos apremia llegar a casa. Por mí tócala otra vez, Sam, y que mañana nos amanezca de nuevo en San Blas.
- ¡No me hagáis reír más, que no puedo conducir! -Olatx, Jose y yo vamos a Tornos a recoger los otros dos coches; Paco y Sergio se quedan cuidando las bicis. Al regreso, volvemos a sentarnos los cinco en la terraza del bar; vuelvo a llorar de risa. Parece que a ninguno nos apremia llegar a casa. Por mí tócala otra vez, Sam, y que mañana nos amanezca de nuevo en San Blas.
TOTAL: 351 KM, 5698M, 22h30' aprox., para los que empezamos en la segunda etapa (Tornos) De la ruta marcada sobre el mapa se ha acortado la tercera etapa (segunda mía), yendo desde Andorra hasta un poco más adelante de Ejulve, donde retomamos el itinerario previsto.
