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viernes, 11 de noviembre de 2011

MISJUEVES: LUNA LLENA SOBRE EL BESORI (10-11-2011)

“¿Te has fijado en la luna que había?”, preguntó El Pastor a la hora de los postres. Yo había trotado sola casi desde el principio de la tarde, intentando enlazar a los andarines con el grupo de corredores, del que nos habíamos separado por equivocación nada más salir. Mi amiga autóctona no ubicaba el Besori; al chico que iba en cabeza lo habían perdido en el monte, apareció sudadísimo con el frontal cuando ya casi todos los coches se habían marchado, dejándolo en tierra; subió en el que salía en ese momento, aceleraron, y entonces nos quedamos una amiga y yo extraviadas con nuestras respectivas rancheras en la vasta extensión de naranjos; yo rodaba por el mundo sin móvil, sin documentación y sin dinero desde antes del amanecer (ya veis, y se sobrevive)... ¡Suerte que la cena que Guillem y Loli nos habían preparado para celebrar la inaguración de su casa en el campo, nos congració a todos alrededor de la lumbre del yantar y la amistad! Lo bueno del misjuevero es que cena a hora europea, como a mí me gusta; el puntito negativo, esa afición tan valenciana al arroz, aunque con los entrantes bien regados, quedo más que satisfecha.

Sí, ayer nos pasaban cosas de noche de luna llena. No importaba que uno hubiese corrido sobradamente el primero o echando los higadillos atrás: todos reparamos en la belleza desnuda de una luna inmensa, en una noche rasa, iluminando las Montañas que pisábamos y al fondo el mar. “Correr a estas horas, contemplando esa imagen, ajeno a todo...¡Qué privilegio!”, continuó El Pastor. “Sí -concordé- ¿Cómo va a ser lo mismo la Vida sin esto? Me dicen que no pasa nada si no puedo correr o pedalear como antes; que vaya al cine, haga calceta o me dedique a “otras cositas”, que quizá para otras personas sean igualmente satisfactorias y beneficiosas. ¡Ah, pero yo he Vivido estos anocheceres y estos amaneceres... y nada puede ser igual!

También me reprocharon a veces, cuando era rápida, que no apreciaba el paisaje o el momento. ¡Ya veis, si el campeón de España se embelesa con la luna mientras corre, cómo no iba a ver yo el paisaje yendo a menor velocidad...! Es ahora, que soy más lenta que el caballo del malo, cuando no me alcanzan las fuerzas mas que para aguantar y procurar no caerme.

… Recuerdo cuando a mi “ex” le sobraba tiempo para inventariar las plantas de las cunetas pedaleando, mientras yo me esforzaba en acabar de subir y mantener el rumbo del viaje (¡sí, una guía que siempre iba detrás, je, je!)

… Recuerdo el otro jueves que vinimos al Besori, hace más de un año y medio. También se nos hizo bien entrada la noche, además hacía mucho más frío. Fue el jueves después de la carrera autonómica de Banyeres. Entonces elegí la opción larga, larguísima; estaba fuerte, sólo quería correr y correr, con tal de no tener que regresar a casa, como cuando vivía en la de mis padres. Habría corrido hasta el amanecer, hasta caer rendida, hasta que las cosas cambiaran... Aunque está bien saber evadirse un rato, las cosas no se solucionan por mucho que uno corra; la huida a veces incluso las empeora. A lo largo de la tarde voy ubicando a fogonazos los hitos de aquella ruta. Fue el primer jueves que salí con cagaleras, aunque, como nunca me había visto aquejada de eso, todavía no les daba importancia. Mientras saboreo y me sacio con las ricas viandas que nos ha preparado la familia de Guillem, pienso en los ciclos que se cerraron favorablemente; me digo que algún día éste de la pierna también quedará lejos, podré correr y pedalear lo que me apetezca; hace tantos meses que me repito eso... Tal vez algún jueves invitaré a mis compañeros a inagurar mi nuevo hogar; seguro que no haré paella.

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