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lunes, 27 de febrero de 2012

ENTRE BASTIDORES

     Las razones para irse a Pirineos un fin de semana, un viaje en apenas 48 horas que se abren hueco entre dos constreñidas semanas laborales, van mucho más allá de subirse el nosequé; cuando me planteé escribir la reseña de esta salida sin grandes "logros" que anotar en el "currículum", se me ocurrieron muchas.

     ¿Qué hace el montañero además de andar, subir, cansarse, pasar frío o calor, a veces algo de miedo...?

Viernes 17 febrero

     Nos instalamos en el albergue de Piedrafita de Jaca. Durante la primera cena el nutrido grupo traza el plan para mañana. He subido de Valencia con los siete "águilas rojas" (Salva, Gabi, Joaquín, Iban, José Ramón, Raúl, Vicente); aquí nos hemos reunido con Miguel Ángel y Belén, que acuden desde Pamplona.



     Finalmente, el sábado saldremos hacia la zona de corredores de Peñatelera, con la intención de hacer prácticas (ancla de hierro, estacas, tornillos, reuniones, ARVA, autodetención...)

¿Será por falta de ferralla?

¡Uf, cuánto peso sobre mis lomos!



El domingo subiremos el corredor de la Y. ¡Si ya vengo en el coche impresionada: pendiente de 70º, luego un resalte, pendiente de 50º, resalte, pendiente...! Esta noche no beberé, me reservo la VD para después del objetivo.














Sábado 18 de febrero



Como no nos dan de desayunar hasta las 8 (¡menudo horario de montañero!) salimos bien entrado el día.  El pueblecito conserva las chimeneas de la zona. Las mismas que cayeron en Ainielle. Hay nieve acumulada en las calles del pueblo, por donde no se puede circular en coche debido al hielo y a la estrechez de las mismas. ¡Nos frotamos las manos pensando en la capa que vamos a encontrar en la Montaña!


Peña Telera (Sierra Partacúa)


     Así que esta es Peña Telera -murmuro- Aquí estoy, ocho años después.
     Durante el camino de aproximación (¡cómo me gusta hilvanar nombres, lugares, historias... mientras camino o pedaleo!) he recordado que la primera salida que mi Compañero del Alma me propuso fue precisamente subir alguno de estos corredores, también en estas fechas. Hacía más de un año que me había lesionado; pero la pierna todavía no me sostenía en equilibrio. Rehusé: recuperarme era lo primero. Al llegar a casa cerraba la puerta tras de mí, me apoyaba de espaldas y rompía a llorar. No eran sólo las cumbres lo que pasaba de largo: era la Vida.

     Pero... ¿Por dónde demonios se subirá esta Montaña? Por mucho que mire la pared que se levanta ante mis ojos no adivino cuál es el corredor fácil.
     Pero... ¿Dónde está la nieve? Dicen los "profes" que así no podremos pasar los resaltes. A mí la verdad es que escalar 300 ó 400 m de roca (en el mejor de los casos: que los escale y no me descalabre) no me hace ningún gozo.

El "pofesor" (de negro) y Los Águilas (rojos)

     Pasamos la mañana practicando con la ferralla y los ARVAS, entre Peña Telera y la preciosa estampa del Ibón de Piedrafita, junto al que comeremos. Procuro relajar mi "hipermotivación" y disfrutar de la placidez de una jornada tan atípica en la alta montaña invernal.

Ibón de Piedrafita

     Conforme el sol va proyectando la sombra de la sierra sobre nosotros, empieza a hacer frío. Nos retiramos a entornos más cálidos. Antes pasamos por el albergue, pues mis compañeros necesitan cambiarse de ropa y adecentarse. ¡Qué poco femenina debo de ser -pienso mientras espero a siete chicarrones en la plaza del pueblo, sin sentir necesidad de acicalamiento alguno, sino un plácido cansancio y mucha sed de cerveza!


Bar de Escarrilla




     Mis compañeros eligen casualmente un barecito donde acabé una excursión con mi ex y Perdido, unas Navidades que tampoco había nieve. ¡Será que huelo la Voll-Damm, pues me sirven una casi en el punto de congelación, como a mí me gusta!

     De nuevo en el albergue, el picoteo no exime al montañero de la merecida cena.

     No es de extrañar que tempranito ya me entre sueño, según mi costumbre. La verdad es que aquí me siento como en Casa. Mis amigos salen a tomar algo al bar de la calle de la aldea; yo subo a disfrutar del calorcito de las plumas.

Nuestra habitación, con baño al fondo

     Recuerdo lo agotada que me iba al sobre en mis primeras travesías. Llegaba rendida de mis años en Benidorm y en los juzgados, a cobijarme en el oasis de mis amigos. Entonces no teníamos sacos buenos ni forros polares ni más plumas que las de los pajaritos que piaban fuera, a veces ni siquiera había tiendas para todos. A mí me dejaban dormir en medio o junto a mi hermano, que desprendía mucho calor. Charlábamos y reíamos, escuchábamos a los del iglú de al lado, hasta que uno a uno íbamos enmudeciendo. En aquellas noches en el suelo, apretujados en las esterillas, intentando no despertar de frío ni de pis, yo dormía todas las horas que en mi cama me faltaban, descansaba profundamente sintiendo la proximidad de la tierra y de los míos.

     Dentro de un rato mis amigos ocuparán sus literas. Ni siquiera los oiré. Mañana despertaremos juntos: yo saltaré de la cama la primera, porque no me gustan las prisas y me relamo bajando a desayunar tempranito, cuando todavía humea el café. Nos daremos los buenos días, cómo te encuentras, qué te apetece hacer; nos miraremos con ilusión, comentando los planes de la jornada... El alba marca la diferencia entre una noche de amor y una noche de sexo.
     Sé quiénes me esperarán en un paso difícil; nos conocemos y ni siquiera tendré que pedírselo, se volverán para mirar. Sé a quiénes tendré que esperar antes de salir o cuando mi paso rápido les aventaje en la subida. Al regreso alguien, quizá yo, propondrá otro destino para la próxima salida (las siguientes vacaciones, el finde que viene o una tarde cualquiera), como si siempre fuéramos a estar ahí. ¡Hace ya tantos años que encaramos juntos una parte importante de nuestras Vidas...!

     He buscado en otras en otras gentes, en otras relaciones, en otros amaneceres esta complicidad, esta ilusión, esta seguridad, esta compañía. Pero al despertar tendí la mano y no la encontré.


Domingo 19 de febrero



     Salimos hacia el Portalet en busca de la nieve. Sin embargo, los planes cambian al llegar a Escarrilla: llevamos un buen rato atascados en la cola de los esquiadores. Aparcamos frente al bar de ayer por la tarde, oteamos el horizonte y decidimos subirnos a... Peñanosequé (el punto más alto al que podemos llegar desde aquí)
     Me sigue costando renunciar a "la cumbre", alterar los planes. Me digo que tengo que ir templando mi carácter. No me ha sentado mal nada, no me duele la pierna, estoy rodeada de amigos... Puede que no sea el día que esperábamos, pero entre todos haremos otro, y seguro que habrá más. 



Peñanosequé


     Al regreso tardo un par de días en encender el ordenador. ¡Cómo me complace que pasen sin haberlo sacado de la cartera del trabajo! Porque eso significa que he estado ocupada en otros menesteres, allí donde no hay enchufes, que la compañía real no me ha dejado añorarlo. ¡Significa que vuelvo poco a poco a mi Vida!
     En el correo tengo un mensaje del facebú (copio literal):
Hola, María Pilar:
Esto es parte de lo que tal vez te has perdido en Facebook.
     ¡Vaya, si va a ser justo al contrario de lo que pensaba! ¡Resulta que mientras viajaba, hacía deporte, comía, bebía, amaba... me he estado perdiendo la Vida!
     Querido facebú:
    Yo habito todavía una Reserva donde "Vivir", "Compartir" y "Amigos" no son conceptos virtuales sino actos "presenciales"; donde enviar y recibir mensajes no es sinónimo de querer y sentirse querido; donde contarse la Vida por teléfono o por pantalla no es mantener una relación.
     Querido facebú: es que yo el año pasado estaba enferma y me sentí muy sola... Y hasta de eso hay quien saca tajada.
     No digo que mi mundo sea mejor que otros (incluido el virtual) Es simplemente que yo por banda ancha no consigo sentir nada. ¡Qué más quisiera, ahí bien comodona, sin pasar frío ni calor, ni pena ni gloria, ni que importe estar lesionada...!
     Es por eso por lo que entreno concienzudamente ahora: más que por las cumbres o por los podiums, me esfuerzo para poder seguir campando por la Reserva. Como en los tiempos de Ayla, para Vivir en ella es necesario un mínimo de salud, de fuerza y de entereza.

Fotos de Raúl (más y mejores): https://picasaweb.google.com/111459863364349780013/PiedrafitaDeJaca?authkey=Gv1sRgCOmoi4rCwbS4Mg&feat=email#
El resto de las mías: https://www.google.com/accounts/TokenAuth?auth=APh-3FwzhhY7It0O_DaS6HzCEY-GsCqvwuoKylL9MGZUJn-9dZgue24H1Rft_tYN6BXiwm6F3L5hNdQDg83wj1FQff4uUwPeyi4JUFxk7BU4zPAIshL1WbZ_2a2nIKdqnOYy2oGOsWve8JxDyH7vSNV26e-HQQ3TzT6Xl0zhCrpCxTyKCILwKuyXZQxLkAYtzoVna-hh8g-zlgHq-zvaJqgKNJGHwEH6w_L2f7uAHfWuQzK8sxNX0UJUtD-41V5-uFObxmxEGK7rphoRdgyEjY1LJFMP-vvC8wlO64lDryMCFxL1lWgi01johNgJNEFfNPevqM3AnhlqGFibzsh8Lu5ABBLF3MAEU-iLxfA2MLeggI6nO5fXrqj7vj0Abc2hLBkbxnoyWYrY16qVn4-gmv7mpW43grmYtYD45N3aZrtO_HsGYCaKhn7cfHtY11JsYwTVkKHmGyXK&service=lh2&source=picasa2&continue=https://picasaweb.google.com/lh/sredir%3Funame%3Djoa7cc%26target%3DALBUM%26id%3D5711686662045673905

viernes, 17 de febrero de 2012

ÚLTIMO ENTRENAMIENTO

14 de febrero de 2012    

     Apenas me quedan dos hojas de mi libreta nº 41. El pensamiento se me ha enredado tanto últimamente que consideré que me sentaría bien dedicarlas a repetir el último entrenamiento de mi 5ª Maratoimitja, cuya reseña nunca terminé. Por eso este martes fui a Hoya. Además, me urgía comprobar si todavía soy capaz de subir esas rampas, antes de enfrentarlas con la peña dentro de dos semanas. Llegará un día en el que ya no podré.
     Aquella mañana -recordaba-, la del último entrenamiento, en algún momento durante la ruta, acabé de expulsar las flemas que durante meses habían obstruido mi pecho. Hubo un “antes” y un “después” de aquella pedalada, como ahora deseo que suceda cada vez que salgo.
     Anoche busqué ese cuaderno, comprado en Nairobi al bajar del Kilimanjaro.

6 de mayo de 2009 (Perdido cumple 5 años)

ÚLTIMO ENTRENAMIENTO



     Ayer salí a hacer el último entrenamiento por la Sierra Madre Calderona, a la que me encomiendo antes y después de cada viaje, de cada curso, de cada reto. Sin haberlo programado, fui a parar a la ruta de Hoya, cómo no, la primera, la más repetida. Basta con cronometrarla para saber cómo me encuentro.

     Hace más de un año que no encaraba sus cuestas. Iba despacio, pero sólo he echado pie a tierra en una ocasión. En una excursión mi hermano comentó: “¡Estas rampas en bici deben de picar!”. Mi compañero del alma se reía y me esperaba arriba “quejándose”: “¡Pilarín, esto no es iniciación!”. Los primeros años, si me caía, bajaba e iniciaba de nuevo el ascenso, hasta que conseguía subir de un tirón. Hoy no me siento con ánimos; además, las he coronado ya cientos de veces.

     Ayer me apetecía ampliar la ruta básica del librito de Coscollà, ya que después de la MIM tardaré unas semanas en recuperar el pico de forma. Así que en lugar de bajar a la carretera pasado Marines, decidí continuar hacia los molinos de Gátova por el Rincón de Juan Leña.
     Al llegar a Olocau me di cuenta de que iba “narrando el mundo”, como de pequeña, como en los viajes a solas con Camino, en las carreras o en las ascensiones largas cuando todos callamos. La gente me pregunta si no me aburro; a mí se me pasa el tiempo volando.


Olocau

     Este martes he seguido el rutómetro hasta llegar al asfalto. Pero en lugar de regresar, he subido a Gátova. Hacía el viento anunciado, con lo cual se me han pasado los remordimientos por no haber salido con la de carretera. He puesto el plato pequeño -¡en asfalto!- para no forzar. En este sentido el recorrido es más suave, pues no volveremos a tocar tierra hasta pasados los molinos. De camino a La Jabonera -cuando ya no quedaba más remedio que terminar lo empezado- he vuelto a reparar en los almendros en flor. Otros años ha habido meses de diferencia entre la floración abajo (en Olocau o en Llíria) y en los pueblos más altos (Alcublas, Gátova...) Este invierno se debaten entre echar hoja o helarse, pues el atípico calor que hizo hasta finales de enero les engañó y despertaron prematuramente. Me detendría a regalarle una ramita a Camino -¡porque a pesar de todo estamos aquí!- y otra para mis trenzas; pero se nos van a volar enseguida.


     Al pasar por Tristán he recordado el sábado con la peña, con el pulsómetro a estallar; he sonreído al rememorar la primera vez que conseguí pedalear hasta aquí: llevaba una empanadilla del horno del pueblo para celebrarlo, saboreando el sol y el esfuerzo, con la ingenua esperanza de ver aparecer en un recodo a María La Calderona.

      Recordé la primera vez que descubrí Olocau, la sonrisa sorprendida al vislumbrar Hoya desde el Collado de las Lumbres, abrigándome para el descenso. Comprobé con satisfacción que la vista imponente del Castillo del Real desde distintos puntos de la pista y el color “verde Calderona” no han dejado de impresionarme y reconfortarme.


Castillo del Real


     Bajando del Poll se ha puesto a chispear, han descendido las temperaturas y han empezado a congelárseme las manos. No obstante, rodaba tranquila. Algo debe de quedar de tantos años de “fondo”. Cada vez disfruto más saliendo en compañía; pero no quisiera perder la capacidad de gozar sola una ruta o un viaje, de enfrentar un día aciago en la Montaña. Siempre he pensado que esto te curte para otros trances de la Vida. Aunque en estos tiempos dudo de todo, hasta de mí mísma (o quizá precisamente por eso dudo de todo): me vine abajo, me decepcioné tanto como me decepcionaron...

     Subí a la bici llorando, o queriendo llorar, porque las “chicas fuertes” están tan acostumbradas a que no les esté permitido, que raras veces las sorprende uno haciéndolo tras las gafas de sol o al otro lado de la cama. Las “chicas fuertes” tampoco pueden cansarse, nunca se retiran, se las reprende si alguna noche llegan tan agotadas que se acurrucarían en un abrazo. ¡Las “chicas fuertes” están ahí para otra cosa! Mentiría si dijera que no sabía por qué deseaba llorar. Las “chicas fuertes” no dudan, saben siempre lo que hay que hacer y, por supuesto, cuentan con las fuerzas necesarias para hacerlo.
      Así será también esta vez. ¡Todo pasó!

     A continuación formulaba con crudeza mis temores, como un exorcismo que no funcionó:
     Tenía miedo de volver a pasar por una separación. Más que al valor de tomar la decisión, temía que me decepcionaran, el descrédito que sigue luego, la desesperanza, el alejamiento y la soledad con que otras veces he reaccionado (…) Los manuales advierten que es peligroso tratar de encontrar una persona que se parezca a la que hemos perdido; por eso, entre otras cosas, hay que guardar el luto. En mi caso lo que temo es que todos los hombres sean en el fondo celosos y posesivos, que ninguno vaya a ofrecerme firmeza, madurez, que todos se rijan, efectivamente, por su líbido en la relación conmigo. Temo pasarme la Vida repitiendo este esquema (…) “Casi un objeto” –murmuro, recordando el título que le tomé prestado a Saramago.

     Recuerdo a Ayla y su maldición inexorable. Pronto llegará la primavera y empezaré el tercer volumen (uno por año, que literariamente “no están muy allá”) Un amigo me ha adelantado que sigue apareciendo Jondalar. ¡Cuánto me alegro! Ayla, con su ardua lucha por Vivir, consigue finalmente vencer la maldición. Vuelvo a envidiar sus fuerzas y su suerte.
     Me lo dijo cuando nos separamos, como si me echara un mal de ojo: que todos los hombres querrían lo mismo (qué me creía yo, que he leído más novelas que Don Quijote), que nadie me querría como él (en ese punto de la discusión yo respondía entre carcajadas que hay amores que matan y yo no me quería morir todavía), que me seguiría queriendo cuando envejeciera, cuando enfermara (¡para mí eso entonces quedaba lejísimos!), que quería que yo fuera su familia, que me ofrecía todo cuanto tenía: eso no lo hace nadie (qué me creía yo)... Reconozco que durante estos años he tenido que darle la razón, manquemepese. Cuando me encuentro fuerte añado: “de momento, porque también en este punto pienso torcerle el brazo al destino”. Debí pecar de hibris aquella primavera.

     Quería llorar de satisfacción porque mi capacidad de apreciar la belleza del mundo sigue intacta; porque en estos meses he descubierto y redescubierto gente honesta, sensible, valiente; porque entre todos y tú, Sierra Madre, va ser que sí, que a los 40 todavía tengo fuerzas para elegir con convicción la Vida en la que creo. ¡Pero cuánto me ha costado esta vez! ¡Tanto que me he dado miedo a mí mísma! La conformación, el autoengaño, la degradación de la Vida... Quería llorar para que supierais que yo también lloro. Desearía que alguien me asegurara que no me volverán a hacer daño. Pero eso sólo puedo prometérmelo yo misma.
ENTRE ELEGIR UNA VIDA DIGNA O NO
NO HAY ELECCIÓN POSIBLE

     Por eso me fui, renuncié al lugar donde me habría gustado vivir y a un hombre que habría estado siempre a mi lado (aunque no supiera estar). Meses más tarde, cuando no pude burlar los derroteros del absurdo, pensé en volver: puestos a no llevar una Vida digna, que fuera en las mejores condiciones posibles. Le contaría todo, para que se riera de mí, para que alguien al menos riera y así tuviera algún sentido lo que estaba viviendo.

     Estas semanas hay ratos en los que sorprendo alguna lágrima resbaladiza, silenciosa, rodando por mis mejillas. He de confesar que ya no soy una “chica fuerte”; en realidad nunca lo fui, mi único secreto es la constancia y la entrega completa por lo que quiero (sí, yo todavía hago esas cosas) No soy un personaje, como Ayla; sólo soy un Ser Humano, hace mucho que ésa es mi máxima aspiración.

     No había vuelto a llorar desde que me marché a Asturias y acabaron los ataques de ansiedad. Pero este llanto es muy distinto. Lo dejo caer serenamente, como la llovizna que se consolida al llegar a la Gota. Se está derritiendo el glaciar. Es que el año pasado para mí no hubo primavera; quizá el río baje crecido. ¡Ojalá hubiera un cálido abrazo que lo acortara, con lo friolera que yo soy! Pero debo tener calma, dejar fluir la estación; de lo contrario, no seré más que una muchacha vulnerable que rueda por la Sierra necesitada de cariño.

     ¡Me da miedo la necesidad que ahora tengo de cariño! Temo precipitarme en decisiones que otra vez resulten erróneas- le confesé a mí "ex", una de las últimas veces que le escribí, unas semanas antes del último entrenamiento- (...) Por esta vía he recibido muy poco amor. Las pocas parejas que he tenido se acercaron a mí por un atractivo físico que no creo poseer o por el efímero estímulo que supone la rareza. Tomaron mi fuerza como excusa para obviar cualquier delicadeza o proximidad de otro tipo conmigo; no hay que preocuparse por alguien que tuvo que aprender a apañárselas desde pequeñita (...) Ni siquiera llegaron a conocerme. Me pregunto si alguna vez me enamoraré de alguien que me quiera de veras. Me temo que no.

      ¡Ja, ja, ja, será que hoy es San Calentín! La semana que viene ya vendremos a buscar la primavera.

     Para pasar de Olocau al Portixol (que es el sentido que describe Coscollà) me perdí varias veces, por eso tardé meses en llegar a Tristán. Hasta que descubrí que el error estribaba en que la entrada als Puntals ya no era de tierra (como cuando se escribió el librito) sino que había sido asfaltada, como tantos otros caminos de la Sierra Madre. Hoy -en sentido inverso- aligero para evitar la lluvia, voy reconociendo los cruces sin dudar.

 
      Cuando pedaleo el mundo se ordena. Lo percibo con nitidez, al igual que mis músculos, mi mente, mis sentimientos.
     “Narrando” llegué sin acusar el esfuerzo al cruce con la senda que baja a Marines. A la izquierda, justo antes de alcanzarlo, se encuentra el único bosquecillo de alcornoques que sobrevive en la Sierra Calderona (si Paco Benedito no conoce otro, es que no lo hay)...

     En este punto se interrumpe bruscamente la reseña. Recuerdo que a partir de ese día, de aquel cruce, no volvió a enredárseme el pensamiento. Las siguientes rutas se llenaron de nuevas ilusiones, de nombres y argumentos distintos, de sonrisas en lugar de lágrimas resbaladizas. Acudí limpia, libre a la Maratoimitja; corrí ligera, a gusto hasta el podium.
     Pasaron meses antes de que volviera a escribir en mi libreta (¿Acaso no quería ver?). La siguiente frase está fechada el 17 de julio de 2009, al regreso de la semana tresmilera de aquel verano:
PONER UNA VELA A LA VIRGEN DE LOS CAMINOS
EN LUGAR DE A LA DE LOS IMPOSIBLES
     Son casi las tres de la tarde cuando llego a Olocau. Me sorprendo al mirar el reloj, pues no me siento cansada. ¡Se me ha pasado la mañana volando! He almorzado bien y empiezo a recuperar la forma, puedo contener un rato la hambruna: estiro debidamente, paro en la gasolinera de Bétera para limpiar a Camino. Ya en casa, celebro la ocasión con unas chuletitas y media copita de vino (es el primer “homenaje” que mi estómago me permite desde antes de Navidad) ¡Ojalá la salud me dé una tregua que alcance para encender esa vela!

Procesador de trayecto: 40 km, 1050 m ascenso acumulado, 3h30’.
Tracks: en construcción
    

jueves, 16 de febrero de 2012

ITINERARIS

En creación... http://cursitineraris.blogspot.com/


     A principios de marzo empezaremos la 5ª edición del Curso de Itinerarios Didácticos, en esta ocasión volveremos a caminar por la Sierra Madre Calderona.

     Parece mentira, pero este año mi ponencia cambia radicalmente su contenido y versará sobre el papel de las TIC en la realización de salidas al medio natural con el alumnado. Ése fue el motivo de que en julio abriera ladelastrenzas. Han pasado muchos meses, me percato al contarlos; aunque a mí, privada del rumbo que llevaba mi Vida, haciendo equilibrios con mi salud, me parece que apenas me he movido.

     A la par que publicaba en ladelastrenzas casi como si fuera un diario, mi desconfianza en las TIC como vehículo, fundamento o sustituto en otras facetas de la Vida, se ha ido consolidando. Hace unos días estuve a punto de anular todas mis cuentas de lo que fuera. Y no es que a mí me haya ido mal, todo lo contario, me he dado cuenta de que me manejo jugando con cuatro barajas igual de bien que los demás; sino que creo que soy de otra generación, de otra Reserva. ¡Ojalá quede alguien que aprecie más una sonrisa al llegar a casa que un mensaje; el calor de una mano (aunque sea tan fría como la mía) que cien mil amigos al otro lado de un cable! ¡Ojalá quede alguien a quien conocer caminando, compartiendo la comida, realizando una ilusión, superando hombro con hombro la adversidad, o viendo atardecer! ¡Ojalá quede alguien que arregle los conflictos cara a cara, que luche por lo que tiene o lo que quiere!
     ¡Ojalá yo pueda todavía caminar, comer, ilusionarme, porque si no estoy vendida! Por eso a ratos todavía sufro y lloro, porque son inciertas estas etapas en las que uno se debate entre salir adelante o retroceder. Quizá no me quede más remedio que recorrer el Camino que no elijo; entonces me entran ganas de hibernar, me da pereza Vivir. Supongo que esto será pecado.
     De momento, gracias una vez más a la Montaña, seguiré un rato con las nuevas tecnologías. Ya voy por mi segundo blog, que dejo en blanco, abierto a lo que mis compañeros vayan sacando de estas jornadas, que hace ya años que marcan, casi sin sentirlo, mi regreso a la primavera.

     Esta mañana la huelga de alumnos me ha regalado dos horas libres, de esas tempraneras en las que uno rinde. ¡Eso sí lo disfruto! Una página en blanco, el sol a través de la ventana, la compañía silenciosa de alguien que trabaja a mi lado, el aroma en los pasillos del café que tomaré después...

viernes, 10 de febrero de 2012

LO QUE POR ENTONCES ESCRIBÍA: LA PROSA (Fragmentos 2003-2005)


"De vegades maleïsc que siga tant i tant difícil ser feliç quan una sap amb bastant precisió on és el camí"
(Mª Josep Escrivà i Vidal)

lAS hISTORIAS qUE jAMÁS vIVIRÍA

 
tienen que ver con la humillación, con la degradación del Ser Humano, con la Violencia en mayúsculas o con violentar los momentos cotidianos.
        No las viviría por principios, y porque el más mínimo gesto de frialdad me haría llorar.
       Siempre tuve la suerte de saltar a tiempo. Me levanto tan contenta de haberlo evitado que hay quienes me creen insensible al dolor.


lA rESERVA (Sant Pol, Septiembre 2003)

-Nosotros no somos el Mundo - me dijeron una vez mis amigos-. Nosotros somos sólo una reserva. Algún día tendrás que salir y te darás cuenta. Tendrás que pactar. No pretendas encontrar en la gente lo que tenemos Nosotros, ni siquiera en una pareja.

        Han ido pasando los años. He decidido quedarme a vivir en la Reserva. De largo en largo entra alguien; alguien se marcha. Hay temporadas en que en la Reserva habito sólo yo.
        Me he acostumbrado a dormir en paz, a crecer libre (en este mundo acotado, no lo olvido, pero no me hace infeliz); deambulo sola o comparto mi tiempo con quienes me aprecian y me comprenden. Respiramos ilusión en la Reserva.
Si algún día me “comprometo” con alguien “en especial y definitivamente” (eso se cree siempre), habrá de ser de la Reserva. Construiremos nuestra choza, donde se duerma en paz y nunca falte el respeto ni la confianza.
       Sin esas premisas, lo confieso, tarde o temprano yo siempre me acabaría marchando.
       Esto es mucho más difícil que encontrar un príncipe azul. Es poesía, lo sé. Es el tono en que se escribe mi Vida. A veces cántico; otras, sátira o elegía.


pLATERO (Segovia, septiembre 2003)

        En los alrededores de Sepúlveda, a punto de acabar mi ruta, me eché a llorar, sin saber muy bien por qué, es decir, por todo.
       Entonces apareció entre la arboleda un burrito blanco (Le hice una foto para que también los “realistas” me crean); se acercó con cara famélica a mi mochila; me obligó a levantarme.
      Ahora yo he de aplicarme en mi recuperación (física y moral) sin miedo. De lo contrario, nunca conseguiré salir del hoyo. Si cuando logre volver a la superficie resulta que había errado el Camino, ya lo desandaré y elegiré otro, si me queda Vida para ello. Pero primero hay que curarse; regresar sin temor a aquella opción que tomamos con firmeza, que se llamaba Montaña, ¡que tan felices nos hizo, que ni un solo día nos decepcionó!




lA mEUA gENT (Cádiz, enero 2004)

        M´he sentit desemparada entre la gent, com mai ho havia estat creuant països amb la meua bici com capçal ; per tal de concloure que les poquetes coses que faré en la meua vida, tindran que veure amb mi. Si algú les comparteix, haurà de tindre molt que veure amb mi, com el Kike i l’Alex, i tu, Mª Josep, i Tata Eve, i el Tete i Ester i Gema, i la meua bici Camino. Jo, en cap circumstància, no m’abandonaré, no rendiré la conciencia. Sols així –puga o no puga tornar a fer alta Muntanya- la meua Vida tindrà alguna cosa que veure amb la Vida que desitge. Sols així es viuen grans històries, vertaderes, i hom no es lamenta que temps passe ni que s’acabe. Un rostre, de vegades, n’és només l’icona, l’empenta.


pRINCIPITOS, hOMBRES y aMIGOS (IES Montserrat, enero 2005)

        Cuando tenía 15 años creí conocer al Principito. Fue un hecho tan maravilloso que pensé que nunca volvería a enamorarme así. Ni lo propiciaba.
       Tantas veces conté esta historia, que el hombre que a mis 32 años me amaba como a una estrella, se convenció de que yo nunca podría quererle, porque mi corazón pertenecía a un ser con cabellos de oro...
       Paradójicamente -o por eso mismo- fue aquel verano cuando dejé de esperar principitos sobre los puentes de París. La primavera siguiente me abrasó la ausencia de aquel a quien tantas veces le había negado un beso. Todavía hoy, si intento describir cómo me gustaría que me quisieran, evoco la tarde que alguien llamó a la ventanilla de mi coche, detenido en un semáforo, para entregarme una cartita en la que había dibujado un amonites, con cuyos tentáculos quería rozar mis dedos, incluyendo en esa metáfora toda la Historia de la Evolución. En otra ocasión me pintó un Principito y un barco con una isla y una planta pincharruedas...

      Cuando volvimos a encontrarnos y me convertí en su amante, ese hombre había sufrido tanto que ya nunca dibujaba y le había cogido miedo al amor.

       Coincidí con mi Principito hace menos de un año, una tarde de junio difícil y hermosa. Era, en efecto, un Hombre Íntegro, un padre de familia y un excelente profesional de la Música. No lamenté ni un solo instante de los 17 años que le había amado.
       ¡Pero rogué que no volviera a pasarme algo así! Al Principito -he llegado a entender con el tiempo-, también le impresionó conocerme. Se convirtió en mi amigo menor. Cuando estuvo en edad, me consultó qué estudios debía cursar, cómo hablarles a las chicas que le gustaban, con quién le convenía compartir piso... Nunca osé sugerirle que se quedara conmigo (mi respeto a la voluntad ajena raya los límites de la imbecilidad) Acabó casándose con una chica mayor que yo.
        ¡A estas alturas yo no quisiera volverme a quedar colgada de un hilo imposible! ¡Tengo demasiadas ganas de Vivir, de que mis sueños puedan tocarse! ¡Y de ver Vivir a mi lado! Si un hombre viene a contarme otras historias, entonces no le amaré.

miércoles, 8 de febrero de 2012

LO QUE POR ENTONCES ESCRIBÍA: EL VERSO (Invierno 2003)

Podría haber vuelto a escribir cada renglón, como no he podido evitar cometer los mismos errores ni volver a descender uno a uno los escalones del infierno y de la misma soledad. Quizá algún día aprenda a Vivir lesionada.

AND MEANWHILE...

"I el resultat que n'espere
no passa d'un precari equilibri
entre el que tinc i el que sé
clarament que voldria"


Malos tiempos
para enamorarse de nada o de nadie.
¡Pretender querer como se quería
desde la cumbre más bella,
tras el ascenso más arduo!



Y MIENTRAS TANTO

A ratos callas;
mientras yo hablo quizá demasiado,
hasta que oso por fin
cruzarme en tu mirada.

Más tarde retomas el tópico,
por si acaso una noche y otra y otra
fueran capaces de alejar el recuerdo
de la Noche Verdadera.

Nada sé de tus amores.

A mí se me han muerto adentro
tres mil metros de roca y hielo,
la lluvia, las constelaciones
y el nombre de todas las flores.

Lo intentaremos hasta las tantas,
por si a fuerza de ignorarla
el Hambre se sacia.

Yo trazaré en tu pecho
argumentos dignos de la más pletórica
etapa de travesía. Y callaré
hasta el límite de la indiscreción.

Hay instantes en los que
ni tu ni yo
permanecemos en la sala.



                                           Tengo deseos que siempre serán eso”
                                           (Jose F. Kosta)

                                           La inquietud
                                           de saber
                                           que los caminos que emprenderías
                                           no son posibles;
                                           que la decisión
                                           que ahora se te ofrece
                                           no será acertada.

                                           ¡El desasosiego
                                          de no tener fuerza
                                          cuando se tuvo tanta!



A recer
de qualsevol conformació
el somni més inassolible
ens guardarà.


                                         Perhaps
                                         we won't meet him anymore.
                                         It's such a hard time
                                         for “Thruth” and “Reality”
                                         as for living under delusion!



PARTIDA Y REGRESO DEL HÉROE

Plou damunt la nua
quietud dels somnis...”

(Miquel Martí i Pol, “Temps sobrer”)

PARTIDA

Obvia el último momento,
simplemente
ignóralo.

Deja que la lluvia golpee
junto a las páginas de tu libro
y sus cuadernos.
Deja que caiga el silencio
(Quizá no existe armonía más bella
ni comunicación más profunda)
Deja lento/libre/cotidiano
el último momento.

Anda alterada esta mañana
la Primavera,
como los tendones de tu rodilla
y el músculo de tu corazón.

Te quedas abajo por primera vez.
No obstante, conoces el regreso
de tantas victorias,
que necesariamente habrás de sonreír
al otro lado del cristal,
en esta mañana de lluvia,
en este instante infinito
-cuando el último deseo se revele
también
intangible-
en que quisieras dormirte hasta despertar
en un abrazo
o en una cumbre.

Apátrida desertora de realidades,
si no aprendiste a conformarte,
¡atrévete todavía a soñar!

REGRESO

El regreso incierto augura lluvia.
Y un esbozo de sonrisa.


                                            OJALÁ SUPIERA


                                                                   “Perquè has restat fidel
                                                                    a la més alta crida
                                                                    l'ombra de tu mateix
                                                                    et farà companyia".

                                                                   (Miquel Martí i Pol, “Ara escolta”)

                                            Ojalá supiera ser “como todas”
                                            y pedirte con lágrimas en los ojos
                                            que no te marcharas,
                                            que no te fueras esta vez,
                                            ahora que yo me quedo abajo
                                            muerta de miedo.

                                            No me dejes
                                            ahogando por los rincones
                                            el desasosiego insaciable
                                            de no cansarse nunca,
                                            de no atreverme a mirarte a los ojos
                                            para decirte

                                            Cualquiera sabría
                                            pero yo
                                            viví cantando alegremente
                                            de risco en risco cual la cigarra
                                            y no sé mirar
                                            ni pedir
                                            ni rendirme,
                                            y me da rabia caer a los pies
                                            del chico más agraciado del lugar,
                                            que nunca nunca me mira.

                                            ¡Ojalá alguien me pidiera la rendición!

                                            Ojalá supiera ser mortal
                                            como lo soy
                                            y no alegrarme en el fondo de tu partida
                                            y no estarte sonriendo mientras te alejas
                                            dichoso
                                            y no desearte con toda sinceridad
                                            la mejor de las suertes.

                                                                  “...i un horitzó de tu que se m'allunya”
                                                                  (Miquel Martí i Pol, “Lletra”)


Y UNA ACLARACIÓN DESESPERADA
A quienes por todas partes ven enigmas.
Y los temen.

Tanto los lugares como las personas, como los libros,
aun a riesgo de perderse por ellos, hay que atreverse
a leerlos uno mismo. Simplemente dejándolos ser”

(Carmen Martín Gaite, Los malos espejos)

Quiero escribir los versos
más ordenados esta noche.
Tan claros
que ni siquiera parezcan versos.

En medio de la algarabía
en la que se han convertido
mi ánimo y mi cuerpo,
me esfuerzo en mantener
la Integridad
con las personas y en mi trabajo.

No tengo más. No puedo más.

Si ahora reprobáis
los entresijos de mi mente,
habré de agachar la cabeza
y, con un mohín de decepción,
dejar escapar el último hálito
de autoestima.
(No seréis justos)
No hay orden ni certeza en mí
ahora.

Nunca hubo soberbia
ni la más mínima intención
de desconcertar.

¿Lo que yo quiero...?
Yo quisiera montarme en mi bici,
calzarme mis botas o mis zapatos de baile,
salir
a tocar el Mundo,
reírlo, olerlo, sudarlo...
Luego comer y descansar
en la Tierra
o en un abrazo.

¡No sé cómo se puede querer
o ser más sencillo!

Yo quisiera, por una sola vez,
haber deseado amores posibles.

Aquí no hay más que lo que veis,
que ahora no es nada.

¡Pero aun así y ahora y de la nada
me brotan historias y anhelos
entre los dedos deshojados...!

Dad la vuelta y marchaos en silencio.
¡Os arengo a buscar la Plenitud
como yo la conocí!
¿También vais a pedirme
el valor de repetirlo?

Pero... Si aun así... Aun así...
Decidís aferraros a un clavo ardiendo,
sabed
que no acepto la compasión que nunca ofrecí,
que todavía no he aprendido a conformarme:
¡lo que sea, pero que arda!
Recordad, sabed,
que afuera dejo mi amor,
bajo el sol o la ventisca,
a cielo abierto.
En cuanto pueda me marcharé.
Siempre podréis venir conmigo.


ESE AVIÓN

Vuela bajo un avión en dirección al aeropuerto,
mientras yo me desespero en un atasco de camino a los concesionarios.
¡Qué lejos ando de mis sueños!
De los que gocé sin saciedad
y de los que nunca se me prodigaron.
¡Tan cruelmente lejos como tender la mano para alcanzar un avión
que parece ir a rozarte el cabello
a última hora de la tarde de un lunes de principio de verano!

            
             VERANO

             Llegó el verano.
             Por las fechas en que anduve coronando todas las cumbres,
             me esperan ahora mil rendiciones.

            ¡Me hubiera gustado quererte antes un poco!
            He esperado todos los regresos
            manteniendo la ilusión de integridad.
            Durante estos meses -para mí durísimos y lentos-
            me he levantado con el único aliciente
            de ver caer la lluvia un rato a tu lado.

            Pero ya no sé qué debo esperar.
            Incluso sospecho que ya no tengo edad para la espera
            ni para andar haciendo versitos.
            Mucho menos tú para que los escriban.
            ¡Ni se te habrá pasado por la cabeza el despropósito!
            Ni siquiera soy la chica en la que te sueles fijar.

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